Esta relato fue escrito por Ricardo Palma en su obra Tradiciones Peruanas.
Cuenta que en el huerto de Santa Rosa habían acequias y charcos donde revoloteaban los zancudos. Pero cuando la Santa construyó su ermita hicieron un trato: ella no los molestaba y ellos no la molestaban.
Los mosquitos cumplieron el pacto, incluso la acompañaban en su alabanzas dando un concierto de trompetillas. Pero un día la visitó la beata Catalina, quien fue atacada por los mosquitos y de un manotazo mató a uno. Rosa le pidió que no las mate y les ordenó a los zancudos nunca más atacar a su amiga.
En otra ocasión la visitó la beata Frasquita Montoya, pero ésta no quería acercarse a la ermita por miedo a los mosquitos. Entonces, Rosa mando a tres mosquitos a que la piquen, uno en el nombre del Padre, otro por el Hijo y el último por el Espíritu Santo.
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